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Esposados y en avión militar: migrantes cuentan lo que les hicieron antes de llegar a Guatemala

Esposados y en avión militar migrantes cuentan lo que les hicieron antes de llegar a Guatemala

La reciente deportación de un grupo de migrantes guatemaltecos desde Estados Unidos ha generado controversia debido a la rapidez del proceso y las condiciones en las que fueron trasladados. Margarita Raymundo, una joven de 21 años, fue deportada apenas tres días después de haber cruzado la frontera. Como ella, otros 62 adultos y una menor fueron enviados de regreso a Guatemala en un avión militar.

La migrante relata que fue detenida a solo cinco minutos de llegar a la carretera donde la esperaba un vehículo para continuar su trayecto. Según cuenta, un agente migratorio le advirtió que, si intentaba regresar a Estados Unidos y era capturada nuevamente, podría enfrentar una pena de hasta cinco años en prisión.

Migrantes deportados a Guatemala describen su experiencia en aviones militares

Desde el inicio del segundo mandato de Donald Trump, el gobierno estadounidense ha implementado medidas más agresivas para acelerar la expulsión de migrantes. Según datos del Departamento de Seguridad Nacional, en la primera semana de enero se deportaron alrededor de 7,300 personas de distintas nacionalidades.

El uso de aviones militares en estos operativos ha generado tensiones diplomáticas con varios países latinoamericanos. En Colombia, el presidente Gustavo Petro se negó a recibir dos vuelos con deportados, lo que provocó un conflicto con el gobierno estadounidense. Finalmente, Colombia optó por enviar aviones de su propia flota para recoger a los migrantes y trasladarlos en condiciones que consideraban más dignas.

El uso de esposas y cadenas en los vuelos de deportación ha sido una de las principales preocupaciones de los migrantes y defensores de derechos humanos. Jorge Santos, representante de la Convergencia de Derechos Humanos en Guatemala, ha manifestado su rechazo a estas prácticas, argumentando que la deportación de migrantes debería ser un proceso enteramente civil y no militarizado.

Lesly Ramírez, otra de las deportadas, relató que las esposas que le colocaron le dejaron marcas en las manos y que durante el vuelo tuvieron dificultades para comer debido a las restricciones impuestas. Según su testimonio, permanecieron encadenados de pies y manos durante todo el trayecto y solo les retiraron las cadenas antes de aterrizar.

El Instituto Guatemalteco de Migración ha revelado que la mayoría de los migrantes deportados son personas que buscaban oportunidades laborales en Estados Unidos. Muchos de ellos trabajan en la construcción, la cocina o como jardineros. Sin embargo, su regreso a Guatemala supone un desafío económico, ya que muchos contrajeron deudas significativas para financiar su viaje.

Raymundo, la joven migrante, confesó que su familia, de origen maya chalchiteco, tuvo que pedir prestados cerca de 25,000 dólares para pagar a un «coyote». Ahora, de vuelta en Guatemala y sin posibilidades de empleo, se pregunta cómo podrá devolver el dinero.

Para muchos migrantes, regresar a Guatemala significa enfrentar una realidad adversa: falta de empleo, inseguridad y escasas oportunidades de desarrollo. A pesar de haber sido deportada, Raymundo no descarta intentar nuevamente llegar a Estados Unidos, una decisión que miles de guatemaltecos toman cada año con la esperanza de mejorar su calidad de vida.

El debate sobre la migración y las políticas de deportación continúa siendo un tema de relevancia internacional. Mientras Estados Unidos endurece sus medidas, los países de origen enfrentan el reto de reintegrar a los migrantes deportados y ofrecerles alternativas viables para evitar que vuelvan a arriesgar sus vidas en la travesía hacia el norte.