Gobernantes no hacen nada para ayudar a miles de personas que viven estas mismas condiciones.
El antes, el rostro de la angustia, de la desesperación, de la tristeza y del desánimo; el de un ancianito que necesitaba de un espacio digno para habitar, pero sobre todo de emociones que le causarán la felicidad.
El después, el rostro cambiado de don Rosalío Flores al saber que después de seis días de trabajo de parte de personas de gran corazón que se unieron, ya tendría una vivienda digna, una cama suave, pero lo más importante; aprendió que no está solo; que Dios lo quiere ver feliz.
El espacio de esta noche, es para quien cautivó a muchas personas por su nobleza en una video que produjimos en nuestro medio; y que nos llevó a movernos para hacer su sueño una realidad, una casita que pudiera habitar, con espacio y con una cama suave, libre de la contaminación de las plagas y muchos agregados más.